Marginalidad urbana

SENABRE LÓPEZ, David. Universidad Pontificia de Salamanca.
Marginalidad urbana.
Publicado en “Tribuna de Salamanca”. Con Ciencia Crítica. 16/julio/2009.



Las ciudades del mundo no han sabido resolver el problema de la marginalidad cuando ésta habita en ellas. Cualquier ciudad de cierto tamaño demográfico y urbanístico se convierte en un imán que atrae de otros espacios a una ingente cantidad de personas desamparadas, circunstanciales y pobres de solemnidad. Es la esperanza de una vida mejor o de tener vida, incluso. Fracasan casi todos los programas de integración que tratan de limar las astillas que producen estos grupos insertados a calzador en estructuras formales propias del llamado pomposamente Estado del Bienestar. Son cortinas de humo. 

¿Cómo se gestiona la miseria urbana? Es algo difícil de abordar para un sistema como el nuestro cuya principal desviación consiste en eso: generar pobreza. Y a esa pobreza, se agrega la que proviene de la inmigración a distinta escala. Las grandes ciudades planetarias mundiales son los hormigueros humanos de la desigualdad, en aluvión y constituyen el mejor laboratorio de pruebas de la dificultad real que supone integrarlos y reeducarlos, con principios de igualdad y de Derechos Humanos.


La marginalidad urbana adquiere muchas formas y no todas tienen que ver con la delincuencia, como a menudo se piensa. Aunque la tendencia general es asociar una a otra, eso no es exactamente así. Marginalidad también puede ser el 1.700.000 viudas españolas que con 200 euros al mes malviven en nuestras ciudades, por ejemplo. Marginalidad son los miles de analfabetos que todavía sobreviven en la ciudad. O los allegados que no conocen un idioma o cuyo trabajo precario no les permite situarse en nada. Y mientras eso sucede, las ciudades continúan con su ritmo frenético reinventándose, pero siempre pensando en aquellos que nunca tendrán estos problemas. ¿O sí podrían terminar igual?