La descontextualización. Aplicación al caso de Cáceres

LOZANO BARTOLOZZI, Mª. Mar.
La descontextualización. Planteamiento problemático en la recuperación monumental. Aplicación al caso de Cáceres.
Revista “Oeste” nº 5. Colegio Oficial de Arquitectos de Extremadura. Cáceres, 1988.

Trabajo de referencia obligada sobre los criterios de intervención en la ciudad histórica, aplicado al caso del Conjunto Histórico de Cáceres.



“Todo edificio forma un conjunto inseparable con la atmósfera que le rodea en el tiempo y en el espacio: Luz, construcciones inmediatas, historia, perspectiva, juicios que ha merecido, etcétera” (1). 

Con estas palabras de Leopoldo Torres Balbás, escritas en 1918, iniciamos este breve artículo que trata de plantear uno de los problemas que, a pesar de su ilegalidad, se han suscitado a veces en las reconstrucciones monumentales: La descontextualización de elementos histórico-artísticos, es decir, el traer los hechos del pasado al momento presente incluyéndolos en contextos o ecosistemas distintos para procurar su conservación; lo cual se traduce en la práctica, en traslados de monumentos completos que podemos entender como sistemas artísticos, sacándolos de su entorno, o en la recuperación de una portada, una ventana o escudo para aplicarlos a otros edificios existentes o a edificios que surgen así por ensamblajes artificiales. 

Es cierto, en primer lugar, que la legislación española, con respecto al Patrimonio Histórico, ha sido y es tajante con respecto a los traslados y restauraciones del tipo de las que vamos a analizar, pero se ha hecho caso omiso de ella (2). 

La realidad ha sido otra y podemos argumentar ya algunos problemas que se han suscitado: Al descontextualizar un monumento quitamos varios elementos de su historia (de su ecosistema) y nos quedamos solamente con el diseño o con todo su sistema, produciéndose un desajuste sistema-ecosistema (obra-contexto), que lleva a una crisis que atenta contra la auténtica comprensión. No siempre la estructura formal aislada puede seguir conteniendo su significado completo. En consecuencia, la descodificación del mensaje artístico será incompleta para el espectador. 

Cuando se han perdido los elementos redundantes de la obra, su mensaje no es recuperabIe; si deshacemos una estructura o nos la encontramos deteriorada por eI paso temporal, al recomponerla hay que plantearse esa posible incapacidad de redundancia. Con esto se relaciona otro fenómeno que va unido a lo anterior: La creación de ambientes escenográficos falsos con la finalidad de conseguir un mayor ilusionismo para el turista o espectador en general. 

A estas reflexiones nos invita el análisis de casos producidos en la ciudad de Cáceres, declarada en 1986 Patrimonio de la Humanidad, donde junto a una conservación y recuperación en gran parte acertada de la “Ciudad Antigua” (3), a pesar de tener el problema de su rehabilitación aún sin resolver, se ha provocado lo que podríamos calificar de conjunto «kitsch». Dicho análisis nos lleva a reconsiderar una vez más cuál debe ser el concepto de lo monumental así como a hacer patente el problema de la valoración personal de lo estético en los “reconstructores”, pues se puede llegar a repristinaciones románticas y portadoras de falsos significados. 


ANTIGUO SEMINARIO GALARZA, LUEGO CUARTEL DE INFANTERÍA

El primer ejemplo cacereño es el derribo de un edificio: El Colegio-Seminario Galarza, mandado construir por el Obispo de la Diócesis de Coria, D. Pedro García de Galarza, bajo la advocación de San Pedro, situado al final de la calle de Parras, el año 1579. En 1609 el Papa Clemente VIII aprueba su erección (4). 

La intención fundamental de esta obra constructiva es transmitir la ideología de Trento a través de la labor pedagógica a la que destina el Colegio. El edificio tenía un carácter propagandístico y retórico, y era el quinto que se hacía en España de tipo postrentino. 

Desgraciadamente, deriva con posterioridad en otros usos y en el año 1963 se decide derribarlo con indignación de algunos cacereños que se oponían, proponiendo su restauración. Posteriormente sus tres portadas de tipología manierista, se han trasladado a la zona intramuros, así como algunos otros elementos: Escudos, cornisas, ventanas y rejas. 

Se formaron entonces: 
  • Los conjuntos exteriores del Palacio de la Excma. Diputación Provincial entre la Iglesia de Santa María y el Palacio de los Golfines de Abajo (lugar donde anteriormente existió el Convento de las Madres Jerónimas de Jesús). 
  • El edificio de la Jefatura Provincial de Carreteras en la misma plazuela, pero en otro frente. 
  • Más la fachada posterior del Palacio Episcopal que se sitúa en el Adarve O. Álvarez de Castro, junto al Arco de la Estrella, y que era la portada principal del Colegio-Seminario. 

FACHADA PRINCIPAL DEL PALACIO EPISCOPAL. 

DIPUTACIÓN PROVINCIAL DE CÁCERES. 

JEFATURA PROVINCIAL DE CARRETERAS. CÁCERES. 

Es enormemente curioso ver cómo lo edificios públicos civiles antes citados ostentan escudos episcopales timbrando unas fachadas sin responder a ninguna verdad heráldica. Además se ha concebido este “salpicado” decorativo con un trasnochado historicismo reaccionario que hubiera estado muy bien para nuestro arquitecto decimonónico de la “Generación del 98”, pensando que los estilos arquitectónicos también se pueden definir por sus decoraciones y molduras repartidas “alegremente” no necesariamente por sus proporciones, juego de volúmenes, distribución de espacios... 

El visitante que llega actualmente a nuestra ciudad no tiene ninguna señal que le indique estos arreglos, a no ser un error que resulta anecdótico y que es el trastrueque de letras en la inscripción de la última portada que, por confusión de quien la colocó, ofrece la lectura de: OBISPO CALRZA DIÓCESIS DE GORIA. Es triste ver además esa imponente fachada renacentista con la puerta de doble rosca almohadillada con molduraje en punta de diamante y las figuras superiores en las enjutas que representan en altorrelieve las Virtudes, Fortaleza y Justicia, que requería el lugar noble y representativo de la mejor fachada convertida en una trasera con escasa visibilidad. 

FACHADA POSTERIOR DEL PALACIO EPISCOPAL DE CÁCERES. 

DETALLE FACHADA POSTERIOR PALACIO EPISCOPAL.

DETALLE FACHADA POSTERIOR PALACIO EPISCOPAL. 

DETALLE FACHADA DIPUTACIÓN PROVINCIAL. 

Otro ejemplo en Cáceres es el siguiente: El lienzo de la muralla entre las torres del Horno y de la Yerva que da a la Plaza Mayor o del General Mola, y parte lateral del Ayuntamiento, había sido ocupado por un mercado de traza entre Secenionista y «Art Decó», obra del arquitecto municipal Ángel Pérez, e inaugurado en 1931, bastante interesante: EI mercado de las Piñuelas; a pesar de que en su momento y, sobre todo, desde que comenzara la existencia de un anterior mercado a finales del siglo XIX, supuso el derribo y deterioro de una importante zona de la muralla. Hecho nada extraño en aquella época en que se destruyeron tantos cascos históricos con criterios funcionalistas e higienistas. 

Derribado todo en 1973, se ha reconstruido la muralla y las torres a imitación árabe, no precisadamente del tapial almohade del resto de la cerca, y también con algunos fragmentos de un mudéjar «revival» que ha aparecido asimismo en otras reconstrucciones de la ciudad. Delante se colocó la estatua del Genio andrógino de la Colonia romana Norba Caesarina mal denominada diosa Ceres (primero la original, luego un vaciado, trasladando aquélla al Museo Arqueológico Provincial) (5); acompañada por unos cipreses (un convencionalismo tradicional) y a su lado uno de los Pilares de San Francisco, del que hablaremos ahora, calificando este «ambiente» inventado en el año 1975: “El Foro de los Balbos”, nombre simbólico para Cáceres porque el Cónsul romano Lucio Cornelio BaIbo fue quien fundó la Colonia Norba Caesarina antecesora de la actual población. 

"DIOSA CERES", EN EL FORO DE LOS BALBOS.

El citado pilar de San Francisco es una fábrica de tiempos de Felipe II (6), usada como abrevadero de animales, que estaba situado en la salida sureste de la villa, en el camino de San Francisco, junto a la calle de Mira al Río, todo un arrabal entre la Fuente Nueva y la Fuente del Concejo. En el mismo lugar hay todavía otro pilar que no ha sido trasladado. Ambos han mantenido su funcionalidad hasta época muy reciente. 



PILÓN EN EL FORO DE LOS BALBOS. 

Ya ante estos dos ejemplos hay que plantearse varias cuestiones: En el primer caso, el problema del “pastiche” como hecho frente a la “repristinación”, entendiendo esta como un “tipo de restauración”, el cual consiste en la devolución del aspecto o de la forma primitiva a un organismo mediante la eliminación de añadidos o superposiciones” (7), y aquél como una acumulación de elementos no correspondientes a la estructura original, deformando o produciendo “ruido” (si empleamos un término propio de la teoría de la información). 

En el segundo caso se plantea el problema de los elementos singulares, bien no participando ya de un ambiente o contexto (el caso de la estatua del Genio romano), o bien que participando aún de un ambiente, se ven privados del contexto original para el que fueron creados. 

En ambos ejemplos se da la descontextualización, que podemos ya definir como la no integración en su ecosistema físico e histórico de la obra artística considerada como sistema de elementos interrelacionados. Los Pilares tenían un ecosistema físico e histórico o contexto que era su barrio, su emplazamiento como espacio social y urbano. Físicamente estaban unidos por un conducto al agua que surgía de la Fuente Nueva. Nos hablaban de una economía ganadera y agrícola vigente hasta la actualidad, pues su funcionalidad (estaban probablemente en una “cañada real”) es Io que les ha hecho fundamentalmente superar el paso del tiempo, aunque no queremos tampoco dejar en silencio la circunstancia de que se encontraban bastante abandonados en cuanto a limpieza y conservación. 

Los Pilares eran una obra urbana de carácter cotidiano indudablemente enriquecido por un nivel artístico, pero al trasladar uno de ellos se le ha privado de su cotidianeidad para emplearlo como punto escenográfico cambiándole el medio natural. Se ha eliminado su relación con el entorno físico, con el individuo y con el barrio quitándole su función social. 

Pero no solamente hay problemas contextuales, sino también estructurales que afectan a la obra, como, por ejemplo, considerar que la importante cabecera que alberga escudos e inscripciones en el pilar trasladado, era un volumen exento pensado como tal mientras que ahora ha sido encajado impunemente en la muralla cambiando su espacialidad. 

PILARES DE SAN FRANCISCO EN SU ANTIGUA UBICACIÓN. 

Los dos ejemplos son productos «kitsch» si seguimos las opiniones de Umberto Eco sobre este concepto. Para él, el «kitsch» es: “Forma desmedida, de falso organicismo contextual y por ello, como mentira, como fraude perpetrado no a nivel de los contenidos, sino al de la propia forma de la comunicación” y “El estilema extraído del propio contexto insertado en otro con texto cuya estructura general no posee los mismos caracteres de homogeneidad y de necesidad de la estructura original, mientras el mensaje es propuesto -merced a la indebida inserción- como obra original capaz de estimular las experiencias inéditas” (9). 

Y si seguimos analizando la restauración cacereña aunque el tema es amplio y no queremos incidir pormenorizadamente en él ahora, nos encontramos con más ejemplos concretos a los que aplicar todos estos reparos. Los señalamos como reflexión personal y en atención a las posibles reformas que aún están en vías de realizarse (10). Así: 

  • A la aparición de un lienzo neomudéjar completamente inventado en la fachada lateral del Palacio Episcopal frente al Palacio Moctezuma, que nos hace pensar en una tipología que lleva a la uniformidad con otras reconstrucciones de algunas regiones españolas y que no corresponde a la realidad de Cáceres. 
  • El carácter escenográfico que se le ha dado a la Plaza de San Jorge, donde junto a una revalorización de las fachadas de la iglesia y Colegio de la Compañía, se ha inventado todo un decorado de bolas de granito neoherrerianas, escalinatas, una serie de tiendas de «souvenirs », un jardincito con pretensiones también históricas, etc. 
  • La inclusión de elementos decorativos que, o no tienen nada que ver con la construcción cacereña: Las mismas bolas de granito de la plaza de San Jorge que se repiten en el palacio del Comendador de Alcuéscar y los cipreses de la plaza; o son pura imitación: Las gárgolas o cornisas superiores de la Iglesia de Santa María que oscurecen a las auténticas, por ejemplo. 
  • También queremos señalar el caso más reciente del Convento de San Francisco, en el cual se ha conservado el interior pero se ha sacrificado impunemente y sin necesidad su huerta y su atrio, dos elementos muy importantes en el contexto conventual. El atrio relacionado en su tipología con conventos mexicanos, era lugar de procesiones, prolongación de la función litúrgica del edificio, y se le ha roto una pared con una puerta muy interesante que comunicaba con la huerta, construyéndose un espantoso muro de mampostería. 

Y, sin querer alargarnos, podemos comentar una vez más cómo, a pesar de las medidas legales, se sigue replanteando qué debemos hacer con lo monumental. Vienen al caso las palabras de G. C. Argán cuando dice que el monumento es: “La obra de arte que atraviesa los siglos conservando y transmitiendo su propio valor ideológico” (11). Y eI artículo dieciocho (título ll) de la Ley de Patrimonio Histórico Español especifica: “Un inmueble declarado Bien de Interés Cultural es inseparable de su entorno. No se podrá proceder a su desplazamiento o remodelación, salvo que resulte imprescindible por causa de fuerza mayor o de interés social y, en todo caso, conforme al procedimiento previsto en el artículo 9º, párrafo 2º de esta Ley” (12). 

Pero queremos terminar aún con otras palabras más, esta vez, de los conservadores de la ciudad de Bolonia, sobre el respeto al pasado histórico, modélica para nuestras ciudades monumentales: “La conservación estructural del centro histórico, a través de la recuperación de los valores de permanencia y de inmutabilidad de la ciudad antigua, basado en una orgánica consideración histórica estructural de la problemática misma de la conservación, supera a la tan comúnmente propagada y entendida conservación, arbitraria en las premisas e incluso en los propósitos que ha quedado a menudo reducida a un simple problema de escenografía urbana, superpuesta a una reestructuración funcional, ya que renuncia a una presión histórico-crítica de la ciudad antigua encuadrada en la más vasta y poliédrica realidad territorial” (13).

PLAZA DE SAN JORGE. 

MONASTERIO DE SAN FRANCISCO ANTES DE LAS OBRAS DE LOS AÑOS 80. 


NOTAS: 

(1) TORRES BALBÁS, L. “Mientras labran los sillares...”. Revista Arquitectura, núm. 2, Madrid, 1918, pág. 34. 
(2) DECRETO 571/1963, de 14 de marzo (Ministerio de Educación Nacional), sobre protección de los escudos, emblemas, piedras heráldicas, rollos de justicia, cruces de término y pieza, similares de interés histórico-artístico (B.O.E., 30-3-1963). 
(3) LEY DEL PATRIMONIO HISTORICO ESPAÑOL, 16/1985, de 25 de junio. Título II, artículo 18º. Reproducimos el contexto de este artículo al final del texto de este trabajo. 
(4) CHUECA GOITlA, F. “La destrucción del legado urbanistico español”. Madrid, Espasa Calpe, 1972, pág. 344. Nos parece excesivamente optimista la visión de este prestigioso arquitecto que indica: “Grado de deterioro urbanístico (se refiere a Cáceres): Nulo en la vieja ciudad”. Y añade: “La ciudad intramuros no sólo está muy bien conservada, sino que ha sido objeto de vigilante cuidado y de muy acertadas restauraciones que han ido potenciando sus valores arquitectónicos. Unas autoridades municipales celosas y conscientes de este patrimonio han logrado tan feliz resultado". BIBLlOTECA NACIONAL. Mss . 430, núm. 139, fols. 646-647. 
(5) Desde 1820 a 1964 estuvo colocada en un templete de ladrillo sobre la Torre de Bujaco, en la plaza, después fue bajada al Atrio del Ayuntamiento. Sobre el tema: M. del Mar Lozano Bartolozzi: Escultura pública y monumentos conmemorativos en Cáceres. Cáceres, Universidad de Extremadura, 1989. 
(6) En ellos aparece la inscripción siguiente:« REINANDO EN CASTILLA/ EL CATHOLICO REY DON PHI-/LIPPE SEGUNDO CÁCERES/ MANDO HAZER ESTA OBRA/ SIENDO CORREGIDOR POR/ SU MAGESTAD EL LICENCIADO/ DIEGO DE VALDIVIA ACABO-/ SE AÑO DE 1577 AÑOS ». En el año 1684 encontramos la tasación de la obra que hizo Alonso Casares por mandato de la Villa en los pilares. (Archivo Histórico Provincial Leg. 3.717, ante AIonso Conejero). Se trata de toda una reparación. Y constantemente encontramos también en los libros de Acuerdos del municipio, en el Archivo Municipal, medidas de limpieza y aderezo de ellos. 
(7) CERVELLATI, P. L. y SCANNAVINI, R. “Bolonia. Política y Metodología de la Restauración de Centros Históricos”. Barcelona. Gustavo Gilí. 1976. pág. 9. 
(8) Eco, U. “Apocalipticos e integrados ante la cultura de masas”. Barcelona. Ed. Lurnen. 1973. pág. 102. 
(9) Eco, U. Op. cit., pág. 129. 
(10) GONZÁLEZ VALCÁRCEL, J.M. “Treinta años de restauración monumental en Cáceres”, en Revista de Estudios Extremeños. Tomo XXVI. Badajoz, 1970. 
(11) ARGÁN, G.C. “El concepto del espacio arquitectónico, desde el Barroco a nuestros días”. Barcelona, Ed. Nueva Visión, 1973, pág. 56. 
(12) Vid. Nota 2. 
(13) CERVELATTI, P.L. y SCANNAVINI, R. Op. cit., pág. 19.