El planeamiento cacereño o la “historia de un proceso imposible”

CAMPESINO FERNÁNDEZ, Antonio-J.
El planeamiento cacereño o la “historia de un proceso imposible”.
Bóveda, revista Oficial de la Federación Provincial de Empresarios de la Construcción, Año IV, nº 26, Mayo-Junio. FECONS, Cáceres, 2007, pp. 14-15.

Con permiso de su autor, el cualificado arquitecto-urbanista Fernando de Terán Troyano, hacemos nuestro este diagnóstico del planeamiento en la ciudad de Cáceres, tras el seguimiento de los cuatro planes generales de presunta ordenación del desorden entre 1961 y 2007. Anualmente, en las aulas universitarias pasamos revista a esta triste historia y a sus resultados territoriales con imágenes de la memoria de un patrimonio dilapidado por la incuria política y la especulación del último medio siglo. No parece que la triste experiencia planificadora del siglo XX constituya propósito de la enmienda para el XXI, a juzgar por los desafueros urbanísticos del tercer milenio.


Sobre las “bondades” del aún no vigente Plan General Municipal de PROINTEC (2003-¿2007?), pendiente de aprobación definitiva, ya nos hemos pronunciado a lo largo y ancho de su atribulado proceso redactor, como acreditan las hemerotecas de la prensa local. Nada puede hacerse ya por enmendar sus abultados defectos estructurales: horizonte inviable de cincuenta años de presunta validez del documento; proyección demográfica injustificable por utópica (325.000 habitantes); masiva e insostenible reclasificación de suelo no urbanizable (300%) para regocijo de la propiedad y del mercado; proyectos inmobiliarios de miles de viviendas (350%) sin estudio de demanda; defensa de un modelo urbano contra-mediterráneo de ciudad dispersa; supeditación de las propuestas ordenadoras a hipotéticos recorridos de redes arteriales de gran capacidad (AVE), aún por diseñar en su trazado definitivo y un largo etcétera de cuestiones nunca debatidas.


CÁCERES, 1956. IMAGEN DEL "VUELO AMERICANO".

CÁCERES, 1966.

Algunas de las alegaciones presentadas en los raquíticos periodos de exposición  pública ratifican las preocupaciones ciudadanas por el modelo de ciudad que se proyecta: planificación reducida al ámbito municipal, sin consideración de las relaciones sub-comarcales y de las recurrencias causales con los municipios-dormitorio del entorno; traslado de la estación ferroviaria a varios kilómetros de su emplazamiento actual, sin la compensación de una línea de tranvía; génesis del Área de Reparto de la Estación de Arroyo-Malpartida para la construcción de 1.733 viviendas de segunda residencia, contra la voluntad de los consistorios respectivos, sin pudor alguno por la recuperación del poblado ferroviario; previsión del Sistema General Aeroportuario de La Cervera, incompatible con los valores patrimoniales naturales (ZEPA) y culturales (calzada romana de la Vía de la Plata, declarada BIC) de la zona… Pese a ello, como defensor del urbanismo sobre la arquitectura, del plan sobre el proyecto y de la ordenación sobre el diseño, romperé una lanza, más adelante, a favor de los redactores cacereños del Plan General Municipal.

A los conflictos de planificación urbana no son ajenas las políticas erráticas de Medio Ambiente y de Urbanismo, en materias tales como la indefinición del Plan Rector de Uso y Gestión de la ZEPA de los Llanos -cuyos límites se aprueban tardíamente en junio de 2006, afectando a sectores urbanizables del PGM-, o los crónicamente cuestionados PIR, no por su fondo social defendible, sino por su forma de intervención indefendible -pese a la vuelta de tuerca de la LSOTEX y de su Reglamento de Planeamiento-, sobre las competencias urbanísticas y las decisiones legítimas de la corporación, al pretender “hacer ciudad por cuenta ajena” a base de construir polígonos de viviendas, discrecionales (para unos promotores sí y para otros no), y masivos (resucitando el criticado “urbanismo de los polígonos” de los mejores años sesenta, aunque con firma ahora de arquitectos-estrella), sobre suelos no urbanizables de protección, que contravienen las directrices del Plan General Municipal y desajustan sus propuestas de ordenación urbana y territorial, ya aprobadas en Pleno.

Por su parte, la propia corporación municipal también colabora al desenfreno urbanístico, extendiendo los conflictos de ordenación desde la periferia al centro, cuando su misión ha de ser la de solucionar los ya existentes y hacer nueva ciudad por imperativo legal democrático, impidiendo que todos los demás se la hagan, como hasta ahora.

CÁCERES, 1981.

CÁCERES, 1996.

Entre las periferias de “ensueño” y el centro histórico patrimonial, el ensanche tampoco se libra de proyectos de impacto, como el del “Corte Inglés”, sobre el que se han escrito y se seguirán escribiendo páginas memorables. Por no repetirlas, diré al respecto que no deberán admitirse más convenios urbanísticos entre promotores y ayuntamiento al margen del planeamiento, salvo que seamos amantes de la tragedia clásica. Puesto en la piel del equipo redactor del PGM ¿cómo aceptar que a toro pasado estos profesionales y el resto de la ciudad tengan que tragarse a calzador la inclusión de un proyecto multiusos de esa envergadura en la parcela de las Carmelitas conociendo -como conocemos los profesionales del oficio-, la capacidad estructurante, con su secuela de impactos urbanos positivos y negativos, de la implantación de un macro-equipamiento comercial como el Corte Inglés en el corazón de los ensanches de las ciudades españolas?

Como si la ciudad patrimonial fuese una pieza aislada del conjunto y ajena al mismo, la corporación no previó la revisión conjunta y paralela del aún vigente Plan Especial de Protección y Rehabilitación del Patrimonio Histórico (1986-1990), caduco, obsoleto y maltrecho por las sucesivas modificaciones puntuales de los gobernantes de turno. Durante el proceso redactor del PGM hemos tenido que enfrentar conflictos urbanísticos múltiples sobre contenedores patrimoniales: fallido proyecto del hotel Atrio -felizmente reconvertido por la resistencia cultural ciudadana frente a todas las instancias político-patrimoniales competentes-; desafortunada intervención de cirugía urbana en la Ribera del Marco, atentatoria contra el patrimonio del perímetro y del entorno del Conjunto Histórico, con procedimiento ilegal reconocido por los tribunales; intento de aniquilación del Poblado Minero de Aldea Moret, último vestigio del patrimonio arqueológico industrial, bloqueado por la resistencia numantina de las familias residentes, y salvación de la piqueta del edificio de la Cárcel Vieja para su dedicación a centro cultural de barrio.

En consecuencia, recordamos a los ciudadanos y, sobre todo, a los gestores cacereños que tales estulticias proyectuales han propiciado la inclusión de Cáceres en la Lista del Patrimonio Mundial en Peligro de la UNESCO durante dos años consecutivos (2004 y 2005). Este “modelo” de planificación y de gestión de la ciudad no es la imagen de marca y de marketing urbano que precisa el proyecto estratégico de Cáceres’2016, Capital Europea de la Cultura, en el que todos debemos empeñarnos, porque el grado de participación e integración ciudadana constituirá un valor intangible decisivo que calificará con nota el tribunal evaluador comunitario.

Por el contrario, si el “derecho a la ciudad de todos” sólo es posible ejercerlo desde la creación de foros ciudadanos y plataformas permanentes en defensa del urbanismo y del patrimonio cacereño, el número, combatividad y conquistas de las creadas en Cáceres durante la última legislatura deberían hacer reflexionar a la clase política en vísperas electorales sobre el rechazo absoluto de los potenciales votantes de la ciudad real por la planificación y la gestión urbanística de la ciudad oficial, cuyos gobernantes no acaban de entender el urbanismo como función pública al servicio de la ciudadanía.

CÁCERES, 2006.